domingo, 16 de enero de 2011

San Martín de la Val de Onsera y 127 horas

San Martín de la Val de Onsera, cerca de San Julián de Banzo, es un bonito lugar de romería al que se accede después de una corta excursión de la que se puede retornar bajando el barranco.
El barranco y la excursión son de esas pequeñas joyas que uno no sabe si publicitar o no por el miedo a que se masifiquen. De todas maneras yo estuve en este sitio hace años y al volver este viernes lo encontré cambiado a mejor.
El caso es que hace años, me prometí que todos mis cumpleaños iría a bañarme a la cascada de la Ermita. Promesa que no cumplí ni un solo año y que esta vez, será por el salto de cincuentena, me decido a cumplir.
En su día hice la excursión varias veces y el barranco al menos 2 veces. Una vez yo sólo con mi flamante cuerda nueva de cuando empezaba a escalar y otra acompañado de una pareja que encontré en la Ermita a la que convencí de lo fácil que era salir por el barranco.
Yo recordaba estos descensos como bastante sencillos, sin necesidad de neopreno, con escasos rápeles que casi se podían hacer sin cuerda.
Después de parar en Sietamo y comprar una torta de calabaza para después emprendemos la excursión a eso de las 11 de la mañana. Alberto y yo animados y contentos dejamos un depósito de ropa seca “por si acaso” en el desvío donde se une la ruta de vuelta con la subida.
La excursión es corta pero chula y tenemos la suerte de que el sol da en la ermita justo cuando llegamos a comer.
Cumplida la promesa, este año si, nos decidimos a bajar por el barranco.
El primer rappel ya lo veo más complicado de lo que recordaba por lo que le digo a Alberto que intente que no se moje mucho la cuerda. La cuerda no se moja pero yo acabo dentro de la primera poza hasta más arriba de la cintura. La idea ahora es mantener al menos uno de los miembros del equipo seco. Esta idea dura hasta el segundo rappel donde llegamos los dos empapados casi completamente.
A partir de aquí la idea es salir lo antes posible pasando por bastantes más rápeles de los que recordaba sin poder evitar mojarte en todos y cada uno de ellos. Aún así avanzamos rápido Alberto en la cabeza y yo recuperando la cuerda de 50 metros que vamos pasando de instalación a instalación evitando que se quede atrapada en alguna instalación.
Al final hasta tenemos que montar un rappel en un tronco empotrado. Llegamos al deposito de ropa seca que ahora vemos escasa y contentos llegamos a la furgoneta al caer el sol.
La actividad ha sido realmente interesante sobre todo por que hemos encarado de la mejor forma la abundante cantidad de agua sin perder el temple y encarando la adversidad en equipo. Genial!
Ya en casa, para rematar, veo 127 horas una película basada en un hecho real sobre un accidente que sufre un barranquista/escalador en Utah. Un canto a la vida parecido a Tocando el vacío. Una de esas historias de supervivencia que tanto me gustan y que recomiendo.

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